viernes, 12 de diciembre de 2008

Mi aventura de ser docente

El maestro Esteve tiene razón en el sentido de que lo verdaderamente importante son ellos; los alumnos. El docente termina siendo padre, madre, psicóloga, orientadora vocacional, enfermera y tía de sus estudiantes.

En mi caso particular, nunca sentí realmente que se confrontaran la docencia y mi profesión. Mis padres y varios tíos son maestros, crecí entre libros, exámenes, fiestas patrias, honores, de hecho se puede decir que ejercí la docencia antes que me graduara en la universidad.

Mi malestar no es con mi ejercicio docente, es con el sistema. Pero es prueba superada, creo yo. Hace trece años “por necesidades de la escuela” tuve que impartir la materia de Manejo de Sistemas Operativos, materia de la carrera de Informática. Lo anterior porque me veían en la computadora, “eso significaba que sabía”, yo acababa de llegar al plantel, venía de un cambio de adscripción, tenía por política que acatar las disposiciones. Tuve pánico escénico, pero a los dos años, lo superé. Me mantuve dando esa materia durante ocho años.

Eso fue un atentado contra los estudiantes, porque no puedes rendir igual, ellos perciben tu inseguridad. Sin embargo me ayudó a emplear más estrategias didácticas y a emplear tiempo para socializar. A todo hecho tenemos que verle el lado bueno.

Estoy en un lugar privilegiado, trabajo en lo que me apasiona y además percibo un salario. Es verdaderamente gratificante trabajar con adolescentes, te tienes que mantener al día en la música, en los deportes, en la moda y en todo lo que a esa edad interesa. Evita que te oxides. Permite que sonrías continuamente.

Yo en lo personal disfruto inmensamente mi trabajo en el CBTis. De estudiante fui una chica inquieta de pensamiento y muy tranquila en conducta. El maestro necesitaba cautivarme con su cátedra, interesarme, sino mi pensamiento volaba a otro sitio. En función a eso, estoy en constante búsqueda de innovaciones para mis chicos.

Lo que podemos hacer los docentes con los estudiantes es infinitamente positivo. Pero jamás podremos sustituir las carencias familiares de hábitos y de amor. No podemos hacernos cargo de lo indelegable; la formación de los hijos. A la par que la imagen del docente se deterioró se fue dando una fractura en la familia y los únicos que están pagando las tristes consecuencias, son los niños y jóvenes de México.



Enid Cantú


No hay comentarios: